jueves, 29 de marzo de 2018

A un año


Son esas esperas que esperas que no lleguen.
Y es que todos los días siento que percibo de manera diferente la vida, y al menos después de años cuestionándome cómo es que debo vivir la vida me he permitido entregarme a la sensación de poder cambiar de parecer. No porque la vida duela, porque lo siento en lo más profundo de mis órganos, sino porque me he permitido tener una gama infinita de emociones y variedades, no sólo es doler, es amar, aterrarse, perder el control, sobretodo aprender a dejar ir, a dejar que el mundo y las ideas, las situaciones y la vida fluyan.
Hace un año exactamente alcancé a vivir los últimos momentos de su vida con mi abuela. Una abuela que mas da, envejecen, deben irse mas temprano que tarde. Pero las personas, sobretodo las importantes para bien o para mal simbolizan, ejecutan y caracterizan cosas para uno. Ella quizás siempre lo fue todo, en todas las maneras, mi manera de vivir, mi manera de hablar, de caminar, todo siento que se lo debo a ella. Todo lo bueno y lo malo, cuando quiero y no quiero vivir, cuando quiero aventarme por las ventanas, todas esas veces, todo lo que me conformaron fueron porque ella estuvo para mi, siempre.
Y es que con todo, es la persona que siempre creyó en mí, la que pudo enseñarle a todos que podían creer o confiar en mí. Yo tengo una vida porque ella me mostró que debía tenerla.
Y cuando pasen los años sé que ella ha sido lo mas importante, porque siempre supo que tenia escondido bajo todas mis capas, y sé que ha sido la única persona que ha podido entenderme desde el alma, sin palabras, inclusive las miradas.
La extraño feminista, férrea, dulce, triste, fiera, adorando a las mujeres, aunque en el fondo solo fuera capaz de amar a sus dos mujeres, las últimas que quedamos para venerarla.
Se que todo esto debia pasar, y es como si nunca debiera realmente haber pasado, pero la vida te enseña a que hay cosas que esperas. Necesitaba que murieras porque verte sufrir ha sido mucho peor que dejarte partir. Te amo desde todas las vidas que nos hemos visto, desde la primera vez, en todas las veces que me cuidaste y me arrumaste, cómo podria haber existido si tu no estabas para recibirme?


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Han pasado tantas cosas, ya es bastante tiempo. Ahora estoy en un hospital, viendo como se apaga mi abuelita, Edith. Todo fue súper rápido, aunque podría ser peor, he sentido tanta pena, una tan distinta a todas las otras que he vivido, una que siento que nunca se va a ir, porque finalmente se va mi infancia con ella, porque ella fue la que me crió, la que me enseñó la fuerza de las palabras, la belleza de todas las letras, el poder sombrío de las mujeres. Sobretodo la fuerza y la entereza, quien me dio las armas para afrontar la vida.
Ahora es como un pajarito que se cayó de su nido, muy muy frágil, a punto de quebrarse, a punto de extinguirse como una lucecita chiquitita pero que fue muy brillante. Siempre brilló para mí hasta en los peores momentos, y ahora se va porque claro que la vida tiene consecuencias y siempre llegan, aunque tratemos de evitarlas.
No es tan tarde pero hay una vida afuera de este hospital en que la gente trabaja y hace muchas cosas, me siento cansada pero se acabó el tiempo también. Se me acaba el tiempo con ella y aunque quisiera decirle tantas cosas y ya sé que no me está escuchando, sólo siente mi manito ajustarse a ella, por donde quepo.
Han sido dos meses en que siempre supe que no volvería, un viaje solo de ida, en que he rezado padre nuestro, porque ella me enseñó a orarlo todas las noches cuando era pequeña, porque la religión fue el trozo de fe que ella y sólo ella pudo regalarme, para usarla cuando mas la necesitara. Claro que no rezo por ese dios, rezo porque no sé otra oración, no sé cómo pedirle a la vida que ya no la torture mas. Ya no sé cómo decirle que no tenga miedo, que mi mamá la está esperando al otro lado, que por fin tendrá un tiempito para verla. Y también descubrí que escribirte también fue como un rezo más ateo, o mas hereje en que el dios eran esas palabras que dolían porque así el mundo era mas soportable.
Me cuesta pensar que pronto ya no va a estar, que se me va a ir, que no pude hacer más que sólo estar aquí a ratos, para acompañarla.

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